Encuentra aquí el artículo publicado originalmente en Confilegal el 31/05/2020.

«Nunca quise ser una política o candidata, así que me encantaba trabajar para otras mujeres que sí querían y espero que más chicas lo hagan. El problema es la sensación que tenemos a veces de desafección por la política, que nuestro voto no cuenta o que lo que hacemos no cuenta. De hecho, todo lo que hacemos cuenta». Gloria Steinem.

Acabamos de terminar de ver «Mrs America», protagonizada por Cate Blanchett en el papel de Phyllis Schlafly, Rose Byrne como Gloria Steinem y Tracey Ullman como Betty Friedan.

Una magnifica serie histórica que recomiendo encarecidamente a todos mis compañeros abogados, porque me consta que mis compañeras abogadas ya la han visto.

La Sra. Schlafly lucha fervientemente por defender el ideal de esposa americana, madre de familia y ama de casa, y lo hace contra la liberación de las mujeres, la mujer trabajadora, el derecho al aborto y los derechos de lesbianas y gays.

Con el apoyo de su marido y otros lobbies republicanos, Schlafly consigue unir a movimientos de extrema derecha, sectas evangélicas y hasta al KKK en una cruzada por los ‘valores tradicionales de la familia’ que termina con Ronald Reagan en la Presidencia de los Estados Unidos.

Pero, sobre todo, y lo más destacable, es que consigue todo eso, galvanizando un amplio espectro de movimientos conservadores diversos contra las mujeres feministas; a quienes presenta en su discurso como la amenaza del sueño americano.

¿Lo pillan?

En cierta forma, esta mujer supero la política pequeñita, al unir posiciones divergentes con un objetivo común.

Nada que ver en principio con la abogacía, salvo que, además de las gafas violetas, nos pongamos el gorro letrado para ver la serie.

Si lo hacemos, veremos la problemática de nuestra profesión, que sigue sin haber cambiado sustancialmente, transcurridos setenta años.

Por un lado, en su casa, tenemos a Mr. Schlafly, abogado conservador ´de toda la vida’ y representando la «abogacía de negocios» estadounidense.

Pero también vemos como, la Sra. Schlafly, contra la opinión de su marido y el papel de ama de casa que ella misma defendía, decide hacerse abogada, tras perder en un debate con la abogada feminista, Brenda Feigen.

Feigen, feminista radical y demócrata, acabaría montando una gran firma en California al mas puro estilo de la «abogacía de negocios» –sin abandonar sus posiciones «radfem«.

Por otro lado, dentro del movimiento feminista, vemos como habían conseguido también superar la dialéctica de la política pequeñita.

Allí conviven sin problemas un grupo de abogadas lideradas por Bella Abzug, demócratas en su mayoría, donde Feigen formaba equipo con Jill Ruckelshaus, abogada republicana.

MOVIMIENTOS POLÍTICOS EXITOSOS UNIENDO POSICIONES DIVERGENTES 

Pero sigamos analizando.

Tanto las conservadoras de Schlafly como las feministas de Abzug fueron capaces de lanzar dos movimientos políticos exitosos, de ideologías distintas, pero uniendo en sus filas posiciones divergentes. Ambos movimientos, liderados por mujeres.

Encontramos aquí una de las observaciones más relevantes para la abogacía independiente, desde mi perspectiva.

La abogacía independiente es un movimiento político, aunque aún no sea consciente de ello, y mucho menos, sea capaz de comunicarlo con precisión.

Quiero decir, que como hicieron estas mujeres, en su construcción como movimiento, que tan bien explica la serie, la abogacía independiente debería dar un paso adelante en su propia construcción identitaria.

Si hay algo claro, es que la abogacía independiente es un concepto poco claro. Sería más bien una especie de concepto residual, resultado de la siguiente fórmula: Abogacía Independiente = Abogacía – «abogacía corporativista» – abogacía de negocios

Así formulada, si de la Abogacía con mayúscula, excluimos la «abogacía corporativista» (la formada por los 83 Colegios y el Consejo General de la Abogacía Española ) y la «abogacía de negocios» (la de las grandes firmas), nos quedaría la abogacía independiente.

Definiéndola por exclusión, dentro de la misma cabría desde el pequeño bufete hasta las y los profesionales independientes, pero seguramente también algún que otro bufete mediano que no comulga con las otras dos categorías de abogacía.

La falta de identidad visible como movimiento no se debe tanto a su incapacidad para una posible definición como a su dificultad para encontrar un juego de mayorías.

La abogacía independiente tiene muchos frentes abiertos en España y se pierde, no sólo por su falta de organización, sino sobre todo porque no parece salir de debates ideológicos, los de la política pequeñita.

La abogacía independiente es de hecho la abogacía mayoritaria, pero su voz no se oye.

La «abogacía corporativista» la tiene agarrada por los XX-YY, mientras la abogacía de negocios se despacha a gusto.

Curiosamente, y ahora viene el conector con «Mrs. America», dentro de esta abogacía independiente, mayoritaria, existe otra mayoría: la de las mujeres abogadas. 

Así, si como denuncian la Asociación Libre de Abogadas y Abogados y la Red de Abogadas y Abogados Independientes la abogacía independiente se encuentra discriminada y aquejada de falta de voz, imagínense como se encuentran las mujeres abogadas, dentro de la misma.

Creo que no hay que explicar demasiado como las abogadas independientes son las que con mayor intensidad experimentan la precariedad, siendo igualmente, la mayoría de profesionales no ejercientes, y pasados los 50 años, muy pocas siguen en la profesión; entre otros muchos problemas que ya hemos comentado en esta columna anteriormente.

Las preguntas siguen estando encima de la mesa: ¿Seremos capaces de consolidar un movimiento de abogacía independiente? ¿Superaremos las batallas de la política pequeñita?

Por lo pronto, tratemos de aprender a hacer política con mayúscula, como la que se deja ver en «Mrs. America», y cuanto antes, amigos y compañeros hombres, subamos a las mujeres a bordo.

El futuro de la abogacía independiente, como la de cualquier otro movimiento emancipador, o será feminista o no será.

De esto me caben pocas dudas.

Leon F. Del Canto

León Fernando del Canto (Zamora, 1967) es un pensador internacionalista que ejerce como barrister (abogado) en Londres.