Encuentra aquí el artículo publicado originalmente en Confilegal el 22/03/2020.

¿Quién lo iba a decir? 150.000 abogadas y abogados hemos realizado un aterrizaje de emergencia en la mesa del salón.

Sin anestesia, ahora, sin corbata ni nada, la abogacía de andar por casa sustituye a la abogacía de toda la vida, que comentaba en mi columna la semana pasada.

¿La culpa?: Un bichito microscópico.

Vamos a ver, en primer lugar les pido compasión si siguen leyendo.

¡No maten al mensajero!

Déjenme decirles que voy a intentar ayudarles a tomar tierra.

La realidad tiene esto: si no se enfrentan a ella, acaba enfrentándose a ustedes. Sólo nos queda aceptarlo y ver qué podemos aprender.

Las y los más intrépidos, puede que en situaciones críticas lleguen s identificar oportunidades y hasta aprovecharlas.

El resto, nos conformamos con entender un poquito mejor qué está pasando.

Empecemos por el principio. Resulta que según los datos de Eurostat, solo el 4,3% de la población activa española trabajaba a distancia en el 2019.

En menos de una semana estos números se disparan casi al 90%, con vistas a que la situación continúe al menos un par de meses más.

No hay curva ascendente, se trata de una línea casi vertical, que como una flecha se ha disparado a lo bestia.

¿Pretendemos que esto no sea dramático?

¡Venga ya!

Hace sólo tres años hablaba con el fundador de uno de los despachos más grandes de nuestro país de mi experiencia en no-oficinas.

Él estaba interesado, creo que genuinamente, y me presentó a sus socios.

Ellos me observaban como a un marciano con aires londinenses y acento andaluz.

Yo les miraba apretar el culo contra el sillón, y recordaba mis días en KPMG y Deloitte.

No, me daba perfectamente cuenta que lo que contaba no interesaba.

Obviamente no era el momento para hablar de esto.

Nunca es el momento, hasta que es el momento.

La verdad, no es que yo sea la persona más cualificada para hablar del trabajo desde casa.

Es cierto que en las dos últimas décadas no recuerdo haber pisado mucho mi oficina.

Pero tampoco he estado ni una sola semana seguida en casa.

Eso sí, mi wifi tiene cientos de conexiones de hoteles, cafeterías, bibliotecas y aeropuertos de todo el mundo.

Así las cosas, aunque tenga un “doctorado” en viajes y en trabajar sin oficinas, lo del sedentarismo hogareño lo llevo mal, digamos nivel alfabetización básica.

No les voy a engañar, lo mío es la abogacía de guerrilla, de mundo y el ejercicio todoterreno. Ahí es donde únicamente juego en casa. “Mi patria en mis zapatos” que diría Manolo García.

Eso sí, simpatizo con la situación al haber tenido que aterrizar forzosamente en la mesa del salón.

En cierta forma, el hecho de saber que ya nadie está trabajando en una oficina, me da cierta sensación de normalidad profesional.

Ahora, todas y todos los abogados estamos en el mismo barco.

Al menos, el raro ya no soy yo. Compartimos un modelo de oficina, limitada a un portátil y un móvil, en una mesa del salón.

ATERRIZAJE DE EMERGENCIA 

Confieso, de nuevo, que el aterrizaje en la mesa del salón me ha dejado también descolocado.

No es el “estado de alarma” que ustedes viven en España, ya que aquí en londres el confinamiento es más sociológico que normativo.

Aun puedo salir a la calle esporádicamente, ¡pero han cerrado los pubs y cafeterías!

Siento que, pese a la distancia, compartimos un espacio similar.

Ruidos y música, el tono monótono de las noticias, lavarnos las manos, la falta de espacio, el desorden natural que dicta la emergencia, la lavadora que se estropea, la limpieza o la comida que hay que hacer (y que descubrimos que no se hace sola), la falta de papel higiénico, las emociones que afloran en el confinamiento, la añoranza del cómplice café, cerveza o comida con compañeras y clientes, la acumulación de memes y videos en «WhatsApp», lavarnos las manos otra vez (hasta tocar hueso), la organización de nuestro tiempo, la pereza, comer, dormir, ducharnos y vuelta a empezar..

La rutina va bien. Estamos completando la primera semana de adaptación y aclimatamiento a esta situación. La paciencia también va bien, no queda otra.

Pasados los primeros días, y con ellos esa inevitable mezcla de euforia y ansiedad, si no han comenzado aún, empezaran pronto a aflorar síntomas típicos del confinamiento.

La mesa del salón irá adoptando ante nuestros ojos nuevas dimensiones.

El saber que no nos podemos mover, y la poca práctica meditativa que tenemos, generará ansiedades y miedos, que afectarán también a nuestro entorno, nuestro equipo y hasta nuestro descanso.

Por ello es esencial tomarse las cosas con calma, entender lo que está pasando y aprovechar este momento para hacernos conscientes de lo que realmente hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos. El cambio de paradigma no es una opción.

Si no podemos salir fuera, aprovechemos un poco para ir “hacia dentro”

EFECTOS PSICOEMOCIONALES DEL CONFINAMIENTO 

El confinamiento se vive cuando estamos privados de salud, en un hospital, o de libertad, en una cárcel, como las penalistas conocen bien.

Pero también hay un confinamiento voluntario, retiros de unos días para descansar, escribir, leer, meditar, recrear o reinventar nuestras vidas –o simplemente para tratar de ver cómo encajan las piezas del puzzle en el que a veces se convierte nuestra cabeza.

La reclusión obliga a mirarse dentro, siempre.

Ya sea de forma voluntaria o imperativa, la falta de libertad de movimiento, de exposición a nuestros espacios de socialización y ocio, o a los estímulos sensoriales habituales, produce una retracción libidinal.

Que no se me asusten los freudianos (freudianas hay pocas).

Me refiero a la líbido como aquella energía que nos hace sentir pasión y excitación, también erótica o sexual, por la vida, por otras personas, proyectos, ideas o aficiones.

Esta retracción de lo de fuera es un fenómeno biológico y nos impone la tarea de reorganizar, y no sólo profesionalmente, nuestras vidas.

Me refiero a nivel físico, mental, emocional y filosófico o espiritual.

Pero reconozcamos que meditar no es fácil a no ser que seamos hippies o algo.

Entiendo que entre Paulo Coelho, la voz en «off» de tanto maestrillo «new age» y las tonadillas de sintetizador barato imitando el sonido sánscrito OM, mezclado con chillidos de delfines y flautas desafinadas, mucha gente haya desarrollado alergia a la meditación.

No les voy a decir que no, y se lo dice un estudioso impenitente del yoga, pero que también es alérgico a la «New Age» y el supermercado espiritual.

Que no, se lo digo yo, estar con uno mismo no es difícil, pero, reconozco que tampoco es fácil saltar de golpe a esta situación.

Para muchas personas, el confinamiento genera una gran ansiedad, como la derivada de una gran pérdida: digamos pérdida de la libertad.

De hecho el confinamiento puede parecerse al “duelo” tras la pérdida de una relación o la propia muerte, que tan bien describe el modelo de la psiquiatra Elisabeth Kübler Ross.

Así, a medida que pasen estos días de confinamiento, asistiremos a alguna o todas las fases que describe Kübler Ross, cinco para ser preciso: Negación, Agresividad, Manipulación, Depresión y Aceptación de la realidad.

TRAS LA ACEPTACIÓN TOCA REINVENTARSE 

Está pasando ahora, y es posible que vuelva a pasar, incluso con peores epidemias o catástrofes. No nos engañemos.

A lo mejor deberíamos aprender algo, y hacerlo rápido.

Necesitamos aceptar que habrá cambios, entender que todo tiene un fin, que la realidad se transforma.

Tendremos que aprender a ejercer nuestra profesión con mayor atención, desde esta perspectiva.

Ejercer una abogacía mucho más crítica.

Estar despiertos y desarrollar una capacidad de respuesta rápida es un músculo necesario, que por cierto, siempre ha caracterizado a la práctica de la abogacía.

No nos queda otra que estar listos para entender y buscar soluciones a retos, que, como el que vivimos, ni siquiera imaginábamos hace dos meses.

Si tenemos que reinventarnos, podríamos comenzar por poner en tela de juicio la forma en la que hemos ejercido hasta hoy.

Una abogacía vetusta que ha cometido demasiados errores ya.

Aunque su problema real no sea tanto el cometer errores, sino la terca insistencia en seguir repitiéndolos, como llevo meses contando por aquí.

Esta es una profesión independiente, proactiva, liberal stricto sensu, recursiva y solucionadora de problemas.

Y atención aquí, independencia no es sinónimo de aislamiento y mucho menos de individualización.

Aunque las circunstancias nos impidan socializar, y nos hayamos olvidado un poco de esto, nuestra profesión sigue descansando en el compañerismo, la colaboración, el mutualismo y el asociacionismo.

Tenemos muchas herramientas para trabajar juntos y apoyarnos, también en la distancia.

Como mi socio Xavier Nova ilustraba recientemente en LinkedIn, con un equipo de 11 personas, en dos países y 6 ciudades distintas, llevamos casi 15 años haciendo esto: trabajando independiente y colectivamente a la vez.

Y ahí dejo la paradoja.

Nuestra oficina en Londres se usa apenas para recibir correspondencia, algunas reuniones con clientes y en casos cuyo volumen de papel o complejidad lo requiere –mientras escaneamos la documentación.

En Madrid, solo para recibir correspondencia y llamadas.

¿Complejo?

Sí, pero lo facilita un equipo coherente, que sabe autoorganizarse y trabajar por proyectos.

No es cuestión de tecnología, aquí importa mucho más las personas y su compromiso con el proyecto.

Por supuesto que no es oro todo lo que reluce. Nunca lo es.

Hay también quien no puede o no quiere trabajar sin oficinas.

La responsabilidad y el compromiso en este sistema son mayores que en una oficina donde todo depende del nivel de control presencial y la supervisión.

Pero la recompensa de la independencia y la libertad de trabajar de forma flexible, es para muchas y muchos de nosotros nuestra mejor remuneración.

IDEAS PARA UN EQUIPO VIRTUAL 

1. ¿A dónde vamos?

El equipo ha de saber qué hace, cómo se hace y que tiene que hacer en cada momento. Para ello hay que compartir información, consensuar decisiones y dar «feedback».

Comprometerse a un plan de al menos cinco años y objetivos anuales es clave.

2. Equipo, equipo, equipo

Personas auténticas, que sepan autoorganizarse y que se preocupen por estar bien con ellas mismas. Buenas personas preocupadas por servir al equipo y a sus clientes.

Pero sobre todo personas con vida propia, con hobbies y aficiones, con personalidad.

3. Tecnología “nada experimental”

Portátil que aguante la pisada de un Land Rover (Macbook), buena conexión a Internet, móvil poco dado a los virus (iPhone), servicio de correo que no se caiga (Gmail profesional), «sync drive» en la nube, ordenador y móvil (G Drive profesional).

Y por supuesto, los viejos Microsoft y Acrobat, como estándar ofimáticos por exigencia del guión.

Todo ello aderezado con unos protocolos de gestión documental y comunicaciones robustas.

4. Despacho

Mínimo imprescindible y con mesa redonda para enchufar portátiles.

5. Atención telefónica 24/7

Operadora virtual pero eficiente.

6. Email activo

Política de respuesta en 24 horas.

No mantener más de 50 mails en el inbox al final de cada semana.

7. Web y Blogs

Con vida y contenidos que se muevan, también en las redes.

8. Programas de gestión

Clio fundamentalmente.

9. Base de Datos jurídica

Thomson Reuter y Tirant On Line a través del ICAM.

10. Administración

Oficina no abierta al público sólo para administración, personal, archivos, escaneos, contabilidad, bancos y facturación.

11. Grupo de Whatsapp

Comunicaciones diarias y esparcimiento.

12. Videoconferencia

Con Zoom profesional.

13. Project Management

Plazos y responsables claros, llamadas regulares o de seguimiento. Un buen cuaderno o un To Do List electrónico, sin complicarse con Gantt Charts ni florituras.

Mi sistema, el GTD de David Allen.

14. Feedback

Identificar errores y aprender a dar y recibir feedback en equipo sin morir en el intento.

15. Llamadas 1-1

Hablar por teléfono con todos y todas, al menos una vez a la semana.

16. Compartir

Compartir noticias regulares sobre la situación de salud y financiera del equipo, datos de interés en los países que operamos y si se presentan problemas: ayudarnos mucho.

17. ¿Corbata?

Sólo por exigencias del guión.

RESUMEN DE NOTICIAS: ¿VOLVERÁ ALGUIEN A LA OFICINA DESPUÉS DE ESTO?

Lo dudo. Al menos no de la misma forma.

No voy a ser yo quien recomiende tampoco que quienes hayan invertido en oficinas las conviertan ahora en huertos urbanos de dios sabe qué verdura o hierba, pero ¿quién sabe? a lo mejor por ahí van los tiros.

Mientras tanto, tomemos esto con filosofía, paciencia y, mirémonos dentro, por favor, un poco más.

Como decía Silvio Rodríguez en su Resumen de Noticias: «He estado al alcance de todos los bolsillos, Porque no cuesta nada mirarse para dentro».

¿Y TÚ Y YO, QUÉ HAREMOS?

Adoptemos algunas prácticas de guerrilla, reinventemos algo de lo que hacemos, llamemos más a nuestro equipo y no olvidemos que ahí fuera hace frío.

Que no sólo nuestras familias, amistades, clientas y clientes nos necesitan ahora más que nunca; también nuestras compañeras y…. por favor, no se olviden de mandarme un mensaje, un tuit o una caja de bombones.

¡Prometo hacer lo mismo!

Leon F. Del Canto

León Fernando del Canto (Zamora, 1967) es un pensador internacionalista que ejerce como barrister (abogado) en Londres.