En nuestras narrativas de la existencia el punto, ya sea final, seguido o aparte, representa una especie de compuerta que ilusamente cerramos cuando deseamos que pare el rio de la vida. Pequeña grafía a la que teatralmente le damos el papel de verdugo de tantas cosas… y punto.
Pero no es así para la artista. Cuando en un lienzo en blanco sitúa un punto, éste adquiere la forma de semilla, encerrando toda la potencialidad de lo por-venir, sin poner final o cerrar nada, pues nada existía en el lienzo cuando allí se posó.
El punto es la esencia que sustenta la perspectiva de la artista —desde donde se expande el proceso creativo.
Para quien contempla la obra de arte, sin embargo, el punto es el lugar de enfoque o descanso para la mirada.
En el punto se proyecta el placer de la estética para quienes admiramos la obra de arte.
Para Kandinsky el punto es la pequeña porción de color colocada por la artista en su lienzo. Mas allá de la geometría e incluso de la abstracción, el punto es extensión, forma y color. Como forma puede ser un cuadrado, un triángulo, un círculo, una estrella o algo más complejo.
La obra “Puntos” creada en 1920 es un ejemplo extraordinario de esta experiencia estética de el punto.
Points, 1920 by Wassily Kandinsky. From https://www.wassily-kandinsky.org/images/gallery/Points.jpg