Entre miles de mundos, los mios y los de quienes conmigo andan, espero el tren que seguramente llegue y me lleve a la próxima estación. Sólo he pagado un asiento pero llevo conmigo a quien amo y me ama, y también mi equipaje y el suyo. Pero el viaje siempre revela que a pesar de los muchos mundos, los días nos cansan y llega la noche.
Y cerramos los ojos y allí nos quedamos solos y olvidamos casi todo. Vamos por la vida siempre de paso, como el peregrino, el vagabundo o el romero…. Como el romero solo Romero solo Ser en la vida romero, romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Ser en la vida romero… sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por todo una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero. Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos para que nunca recemos como el sacristán los rezos, ni como el cómico viejo digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos, decía el príncipe Hamlet, viendo cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos como debemos cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero. Un día todos sabemos hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo la hizo Sancho el escudero y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento y bajo todos los cielos, poetas, nunca cantemos la vida de un mismo pueblo ni la flor de un huerto.
Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros. De: Autorretrato (León Felipe) León Felipe Camino; Tábara, 1884 – Ciudad de México, 1968) Poeta español. Representante de los creadores exiliados tras la Guerra Civil, sus versos poseen un talante crítico y de lucha contra las injusticias sociales.