Pasan los años y noto que cada vez me canso menos de mirar
No me canso de mirar el puente que cruza el canal de Regent’s hacia las entrañas del parque
Me sorprendo mirando los detalles de la hilera de bancos vacíos en el cementerio abandonado de la iglesia de St John’s Wood
Los mismos bancos en el jardín que recorro cada día
Bancos que sostienen los nombres de quienes una vez los ocuparon, y que seguramente, invisibles ahora, los siguen ocupando
También miro las copas de los arboles, ahora sin hojas tras la sacudida otoñal
Me parecen novedosas
Novedosas pese a que cada día las veo al volver a casa
Pero también las calles y sus casas. El pavimento donde se alzan las puertas
La maceta de geranios. Sí, geranios en Londres; también.
¿Qué me está pasando? Ya no tengo ganas de mirar más allá de lo que tengo en frente
No me canso de mirar, ¿y saben qué?
Me resulta todo increíblemente hermoso
Vuelvo a casa y no puedo evitar recostarme en una pared para seguir mirando.
Sí, solo mirando.
No me canso de mirar